Ha sido más intenso que el de Haití pero el terremoto chileno cobró muchas menos víctimas. Hoy San Francisco o Chicago de sufrir una tragedia similar (ya las vivió en la historia) tendría menos aún. Esto es, el impacto está vincluado al desarrollo y en el caso chileno quedó expuesto cuán corto son los brazos del Estado para abrazar a todo su pueble en contingencias como ésta. Aún los gobiernos de la Concertación, el modelo neoliberal ha dejado su huella que se expresa descarnadamente en estos días.
Entonces, la tragedia evidencia la diferencia entre los países y las clases. Un orden internacional injusto y social intolerante.
Queda la duda si la multiplicidad de acontecimientos que el mundo vivió en estos días (inundaciones en Francia, los terremotos dichos, una gran ola en el mediterraneo, etc.) son cosas que siempre ocurrieron o propias del mundo de siempre mas difundidos por el desarrollo de los medios de comunicación y auge de las poblaciones urbanas. Es probable que sean ambas cosas que debemos combinar para estar a la defensiva. En el ambiente del Gran Buenos Aires la amenaza latente es de inundaciones y sus fuentes las cuencas de los ríos Reconquista y Matanzas. Entonces las brechas se manifestarán también de manera despiadada. Hay que ir por acciones preventivas.
Finalmente, la tragedia tiene el rostro de la mala suerte para una gran Presidenta: Michelle Bachelet. Desde Argentina le hacemos llegar nuestro reconocimiento por su aporte a la causa progresista, a la paz y al torrente latinoamericano que tiene una buena dirección. Michelle es también nuestra.
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