domingo, 9 de agosto de 2009

Nota 413: Primer gobernante radical y sobrino de Manuel Belgrano. JUAN CARLOS BELGRANO


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Hace 116 años asumió el primero gobernante radical: el doctor Juan Carlos Belgrano, sobrino nieto de Manuel Belgrano, quien gobernó la Provincia de Buenos Aires del 9 al 12 de agosto de 1893, mientras la revolución radical de aquel año se encontraba triunfante. El Dr. Belgrano fue electo por el Comité de la Provincia de Buenos Aires presidido por Hipólito Yrigoyen, que desde el 7 de agosto se encontraba reunido en el salón municipal de Lomas de Zamora, a poca distancia del cuartel general de los revolucionarios, en Temperley. Yrigoyen venía de encabezar la ocupación de Las Flores, Olavarría, Azul y Sierra Chica.
La Revolución Radical de 1893 encuentra su punto culminante con el gobierno Juan Carlos Belgrano. Durante ese breve lapso, el primer gobernante radical tuvo la preocupación de reorganizar al Banco de la Provincia y al Hipotecario. Como ministros, designó a Abel Pardo en Gobierno, José de Apellaniz en Hacienda y a Marcelo T. de Alvear en Obras Públicas. Al jurar, el Gobernador Belgrano enunció su programa: la Constitución, y dijo que gobernaría con radicales. Dijo Belgrano: “Radicales son para mí todos aquellos que anhelan comicios libres, pureza en el manejo de los tesoros públicos y que entienden que los empleos no son moneda para pagar complacencias o comodidades”.
El 8 de agosto Yrigoyen termina de reunir a los 7.000 civiles armados en el campamento de Temperley. Entre todos los pueblos alzados, los revolucionarios de Buenos Aires contaban con 30.000 hombres. El 8 a la tarde parte la vanguardia rumbo a La Plata, encabezados por banderas rojas y blancas. El gobierno revolucionario se instala allí el 10 de agosto. Las tropas acampan en el Hipódromo, y son vivados por los habitantes de la ciudad. Ese mismo día, el Congreso decide la intervención de la Provincia, y el gobierno de la oligarquía inicia una persecución a muerte contra los radicales: se vislumbraba un abismo de sangre. Los revolucionarios deciden deponer las armas. “La Unión Cívica Radical sólo ha descargado sus armas cuando todos los esfuerzos de la razón no han sido suficientes”.
Vencida la revolución, Leandro Alem, preso en Rosario, le envió una carta a Belgrano: “Creo firmemente que el Partido Popular está hecho y seguirá siempre firme y decidido a pesar de otros sacudimientos. No habrá fuerza humana que lo destruya… Es una vida nueva, un espíritu nuevo que surge, un soplo poderoso de las exigencias, un deseo en nuestra existencia político-social que necesariamente y fatalmente tiene que imponerse día más o día menos para la salvación de la Patria”.

Fuente: Gabriel Del Mazo “El radicalismo: ensayo sobre su historia y doctrina”. Ediciones Suquía, Córdoba, mayo de 1984

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