Un futuro promisorio aguarda a Cuba con el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos. Espero que el Gobierno argentino sepa aprovecharlo. Es que desde 1973 hemos aportado mucho esfuerzo solidario, además de en lo político, en lo económico y de lo que fui más que testigo desde entonces.
Canadá, además de El Vaticano, tuvo en rol importante en el restablecimiento de relaciones y mi explicación es que el fuerte vínculo comercial y de inversiones (incidente en la producción de cobre) estuvo motivada en la necesidad de testimoniar independencia política respecto a los Estados Unidos con el que tiene fronteras cada vez más invisibles. Argentina se sumó al bloqueo en 1961 y duró hasta 1973 cuando al influjo de José B Gelbard (Ministro de Economía de Cámpora) se restablecieron relaciones y se promovió un vínculo intenso desde lo comercial.
Los cubanos tienen una particular estima hacia lo argentino y recuerdan a actores, actrices y cantantes argentinos de un modo preferencial. Esa mirada es anterior al Che Guevara. Con él se acrecentó, obviamente.
Visité la La Habana por primera vez en 1973 para iniciar la organización de una misión comercial y lo que fue la Exposición Argentina en La Habana ejecutando la política comercial que promovió el levantamiento del bloqueo, el primero de la Región. En el marco de esos eventos conocí a Fidel Castro con el que me reencontré durante mi gestión como Secretario de Comercio de Argentina en marzo de 1984 (foto en una recepción especial y de la que estoy reconocido) y en el 2001 y 2002 en largas tertulias con él y con Cesar Jarovslaky con el que fue muy solidario en su padecer y que como argentino y radical tengo en cuenta.
Reconocen, son muy agradecidos, en mi gestión ejecutiva y diplomática una gran predisposición que, en la perspectiva argentina era aportar la reinserción cubana en la familia latinoamericana (era miembro del CAME, el bloque económico liderado por la Unión Soviética además del fuerte vínculo militar). Así, le asignamos un crédito bajo la modalidad de revolving por 200 millones de dólares que se renovaban automáticamente las cancelaciones. Y concertamos un acuerdo comercial. El mismo se hizo en el contexto de Acuerdo de Alcance Parcial en el marco del Tratado de Montevideo de 1980 bajo el paragua de la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración). Fue el primero que hizo Cuba con un País latinoamericano. La tradición radical Yrigoyeniana fue alterada, lamentablemente, durante el gobierno de De la Rua (en línea de las relaciones carnales de Menem) con el voto favorable a una condena en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y bajo presión norteamericana. Esta claudicación mereció la condena de muchos correligionarios, incluido Raúl Alfonsín. Es que el interés norteamericano estaba siempre en ahogar a Cuba en todos los aspectos. Es que ellos, y nuestra base ideológica, tienen en común el de sufrir de pies antes de vivir de rodillas. Todos tomamos nota, entonces, la peculiaridad de la visita de Raúl Alfonsín a La Habana que fue el primer presidente argentino en hacerlo y por encima de la diversidad ideológica.
La posición
del Radicalismo fue siempre la de la defensa de la autodeteminación de los
pueblos y la no injerencia, pilares sustanciales de la política exterior
histórica del radicalismo y reconociendo en la iniciativa norteamericana un
propósito político que alteró Obama. Y lo que nos debíamos decir lo hacíamos diplomáticamente
y en un contexto de reserva y agradeciendo siempre la solidaridad cubana en
tiempo de Malvinas.
Uno de los
hechos más significativos en mi gestión diplomática es haber auspiciado el ingreso
de Cuba como país observador y luego miembro pleno de la ALADI. Una distinción especial fue en la de la ceremonia correspondiente en presencia de altos funcionarios latinoamericanos en donde se reconoció mi gestión como Representante Argentino y como Presidente del Comité de Representantes y para ese final feliz que aguantó hasta la diplomacia pinochetista. Durante la década del 90, ya en el campo preferencial, asistí a iniciativas en materia de cooperación tecnológica en el campo digital y biotecnológico y en los momentos cruciales del período especial como consecuencia de la caída de la Unión Soviética.
Muchos amigos formaron y forman parte de mi capital humano. Ente ellos reconozco al General Williams Galvez, que combatiera en la Sierra Maestra al lado de Camilo Cienfuego. Froilan Gonzalez, biógrafo del Che Guevara, el General Tomás Benitez Martinez figura central del combate contra las tropas sudafricanas y reconocida por Mandela, Ricardo Cabrisa, Ministro de Comercio Exterior y conocí a personalidades destacadas como el Comandante Guillermo Garcia, Ramiro Valdez cercano al Che y encargado de localizar sus restos en Bolivia, científicos, artistas y simples ciudadanos que integran ese acervo. Al lado de ellos estuve en los momentos dramáticos del "período especial" que siguió al derrumbe de la Unión Soviética.
Promoví la producción argentina de la película Hasta la Victoria Siempre dirigida por De Sanzo y la trasmisión satelital de los actos en homenaje al Che Guevara y por mi hijo Esteban en el programa Zoo del periodista Juan Castro y, otra, durante la históricas visita papal a “la mayor de las Antillas”.
Y amigos de siempre. Algunos de ellos emigraron entre la llaga que devino del bloqueo norteamericano y que cuentan con mi afecto.
Tiempos promisorios se avecinan para la economía cubana. Espero que el Gobierno argentino sepa capitalizarlos recogiendo lo sembrado desde 1973 por radicales y peronistas, sintiendo en mi caso el orgullo de de haber aportado en el motivo que movilizó a Obama para su valiente paso de restablecer relaciones diplomáticas y promover el levantamiento del bloqueo asesino. “Los hombres son sagrado para los hombres y los pueblos para los pueblos”. (Hipólito Yrigoyen).