
Y de él sobre la educación que queremos: “La sociedad y la ciudadanía deben asumir la responsabilidad por los contenidos y por la forma más adecuada de organización que los tecnócratas y burócratas no han logrado establecer”. “Vamos por una educación pública democrática, universal, gratuita, inclusiva, laica, participativa, formativa, actualizada, flexible, crítica, enriquecedora del lenguaje y abierta a la revolución científica y tecnológica”. Desafió a que “los hombres y mujeres puedan diseñar su propio itinerario educativo de acuerdo con las necesidades, ocupaciones, valores, convicciones y aspiraciones para poder actualizar el concepto de educación para toda la vida”. Una de sus premisas era, respecto a las recomendaciones extranjeras, la de Benito Juarez “Nadie hará por nosotros lo que nosotros no seamos capaces de hacer por nosotros mismos”.
Una buena perspectiva, la ideológica para abordar la cuestión educativa en los albores de la sociedad del conocimiento que requiere decidir no sólo el qué aprender en cada año escolar sino determinar el proyecto educativo para las próximas décadas. En el entorno que se va formando, el conocimiento no es solamente producto sino insumo y el resultado un nuevo conocimiento del que dependen las capacidades competitivas, sociales y económicas.
Desde estas consideraciones habrá mas claridad para enriquecer un debate desde una perspectiva no gremial y que advierta, como Winberg, que la crisis educativa es global y la más seria que haya vivido en mundo.
Son soluciones locales las que aproximan a una mejor solución y la experiencia está demostrando que las más exitosas son los que asumen que las debilidades y fortalezas de una región surgen de la calidad de sus recursos humanos y de la concertación de una política educativa que sea funcional al transito del crecimiento al desarrollo y la calidad y equidad en el sistema. Entonces, inclusiva y de excelencia.
25 AÑOS DE DEMOCRACIA – 90 AÑOS DE LA REFORMA UNIVERSITARIA
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