
El sendero peronista es el del chantaje reeleccionisita de Menem, la devaluación de la institución vicepresidencial de Duhalde, Rucauff y Scioli como paso a la gobernación de Buenos Aires, a las alteraciones de domicilio de estos dos últimos junto a Cristina Fernández y Néstor Kirchner. Ellos son las listas testimoniales, leyes de lemas, colectoras. Con Solá y De Narváez las alteraciones de mandatos y financiamiento grotesco de la política. Macri con Michetti en la subordinación de la Vicejefatura de Gobierno a una diputación nacional. En definitiva, la presencia constante de la manipulación de la voluntad popular.
Entonces, la reforma debe empezar evitando (por consenso o ley específica según el caso) esas prácticas que afectaron la calidad democrática y desde allí avanzar para la modernización del sistema de partidos y creando las mejores condiciones para la manifestación de la voluntad popular. No es un debate leguleyo sino político. Tenemos que tener claro el valor de la confianza en la voluntad iniciatora. No es lo mismo esta promoción de Kirchner que las iniciativas de Alfonsín. Tamaña brecha solo puede ser resuelta por el consenso.
Si el nuevo régimen tiene como fuente el rescate de al experiencia histórica y como propósito la mejora de la calidad democrática daremos un salto gigantesco en la modernidad del País inclusive en su competitividad.
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